miércoles, 19 de junio de 2013

Será que el amor me calma,

que tiene todo ese sabor que tú destilas,
retama, espliego con tu olor, me da la vida ;
si tú me dejas moriré de dulce herida.

domingo, 19 de mayo de 2013

explosiones destinadas a no terminar nunca de estallar

Bebimos un café o dos, quizá más de tres cubatas,
demasiadas cañas,
y pronto entendí que era todo lo que quiero.
Exprimí cada segundo que me fue regalado,
me fumé sus ojos, me coloqué de su droga, quizá demasiado.
Hubo lágrimas y cogieron su nombre,
pero también mi sonrisa se lo ha tatuado.
Hubo frío pero siempre acababamos en llamas.
Era la ciudad, que nos envolvía, y nos convertía en luces,
mientras haciamos melodía.
Descubrí qué cálido el pecho ajeno, cuando sientes que late,
y qué válido todo el tormento si un vendaval te llevo hasta allí, hasta él.
Quienquiera que fuera el que conocí, sabía el rumbo de los caminos que yo invento.
Y me tentó más de una vez, con sus manos de cigarro,
me tentó y me provocó todos esos sentimientos inmensurables, apartados de la lógica y el cálculo.
 Mis emociones exaltadas con sus explosiones en color y sus infinitas posibilidades. (Somos explosiones destinadas a no terminar nunca de estallar.)
Me hizo olvidarme de que al fin y al cabo solo somos seres finitos con la historia más bonita, la historia sin final.

Sweet sweet surrender

Mis miradas fingen no tener orgasmos cada vez que te paseas por ellas, mis labios hablan todo lo que mi boca tartamudea. Flirteaba con el dolor punzante de un futuro descabelladamente incierto, y me veía rendida, sola y magullada, ante este pasado cruel invierno.
Me preparé para el más frío sudor, para la fiebre más violenta...
He leído todos esos libros que hablan de amores eternos, de rosas, de besos, de infinita comprensión, de abrazos sin final, de amor, de amar, y qué más da. No creía en nada de eso, ni creo, porque ninguno de esos escritores te ha conocido. No pueden describirlo. No conocen esos labios, ni el idioma de tus miradas, no entienden el calor que me regalas, ni los escalofríos de tus palabras, ni tu voz acariciando la oscuridad para explicarme que me amas.
Y sigo llorando por los trozos de alma que he perdido por este pedregoso camino, sangrando sin cesar a cada paso, y siento si te resulta que sufro por cada minuto que soy feliz. Me declaro enteramente culpable. Me condenas a sonreír.

metamorfosis

El sonido de nuestros huesos rompiéndose contra nuestro sudor, y tus manos devolviéndome a la vida.
Y los labios, y las cortinas zarandeando mis locuras sobre tu pecho desnudo y mi alma desnuda y tus dedos tecleando la misma melodía de siempre.
En mis costillas. Y mi cabeza. Y mis pensamientos dando vueltas sin cesar creando un huracán sobre la cama que cesa solamente cuando dejas de besar
 y tus labios dejan de respirar y consigues deletrearme que me quieres. Con el corazón. Y me lo dices y me caigo, me retuerzo en tus brazos, desaparece la cama
y las paredes, dejo de ser persona y tú me perteneces. Se rompe el edificio, y me rompo yo contigo, nos desmenuzamos entre pieles que no son nuestras,
que son nuestro pasado, que no son más que el dolor sin amor de los dedos que ya nos tocaron. Y nos fundimos en un sólo cuerpo en el que recíprocos sentimientos invaden nuestros deseos, nuestros anhelos.



M

Se puede escribir el infinito en tus párpados y una luna de hiel en tus lágrimas. Los besos azules, cielo, se desgastan, pero me llenan de alegrías las alergias de
cada mañana.  Si esto es un juego, pierdo y gano a cada instante. Tiro los dados,
te robo los labios, te muerdo, me desmayo. Me retuerzo en tu piel sudada, y sudo en tus manos a cada tirada. El tiempo no pasa si las únicas
manecillas del reloj en las que creo son tus manos, y mi piel son las horas, los minutos y los segundos.

miércoles, 15 de mayo de 2013

Resbalar sobre la cama, pues,

quiero subir y señalar
tu estela en el mapa,
acariciar de nuevo tu huella,
deshacer los nudos dormidos
y así mecer el filo del cielo.

Día a día


 Frenesí desatado, sofisticadas caricias y suspiros retorcidos. Lágrimas de felicidad. Emoción  que se besa. Frío ardiente en cada poro de piel sin tocar,
 en cada centímetro de alma por recorrer. Gemidos en si bemol, melodías espontáneas, perfectas composiciones. Manos que se pierden.
Las palabras que se lleva el viento y todas las que se deja sin llevar. Roturas fibrilares en las pupilas de nuestro interior. Pensando lo que es,
y lo que será. Pedazos de poemas por las paredes,
 escritos en besos y sangre de los desgarros en nuestros sentimientos. La crueldad de los relojes que llevamos tatuados haciéndose patente tras cada roce de labios. Se respira adicción y demasiada esperanza. Los rayos de luz cegándonos desde la ventana, retándonos a no terminar nunca la noche.